Gesto Arquitectónico
Me hago una pregunta que me parece fundamental: ¿cómo podemos conservar el orden natural sin que la arquitectura termine generando un caos? Porque si lo analizamos de verdad, el diseño arquitectónico no siempre es tan armonioso o bonito como solemos imaginar. Por eso, hoy quiero compartir dos ideas para reflexionar: que la naturaleza se adapte a nosotros cuando diseñamos, y que nosotros podamos adaptarnos a la naturaleza, pero sin provocar desorden en el entorno construido.
Sé que un mundo perfecto no existe, pero sí creo que podemos acercarnos a un equilibrio justo entre el ser humano, sus obras y la naturaleza. Así lograríamos lo que llamo “el orden arquitectónico en medio de lo natural”.
Imaginen un espacio que sea completamente artificial, pero pensado para que la naturaleza esté presente sin romper su propio orden. Puede parecer difícil, pero vale preguntarnos: ¿cómo podemos diseñar algo artificial que mantenga a la naturaleza “en su lugar”? A veces pensamos que la naturaleza ocupa el espacio que necesitamos para construir, y que es un obstáculo, pero lo cierto es que la necesitamos para vivir.
Quizá la clave está en diseñar edificios que no solo sean para habitar, sino que también integren la naturaleza como protagonista, aunque sea de forma artificial. Imaginen que lo natural sea lo que más destaque cuando alguien admire una construcción.
Sé que esta idea puede resultar controversial, sobre todo porque mucha gente solo ve la naturaleza como terrenos vacíos para construir y los destruye sin pensarlo mucho. Pero creo que deberíamos ser nosotros los que nos adaptemos a la naturaleza, y no al contrario, porque ella estuvo primero y es fundamental para la vida.
Claro que construir en un terreno lleno de vegetación o vida puede ser complicado. Por eso propongo que hagamos un estudio detallado para saber qué elementos realmente son obstáculos y cuáles debemos conservar porque son valiosos. También es importante respetar el hábitat de los animales y no destruir sus hogares visibles. Además, tenemos que cuidar tanto el orden arquitectónico como el natural, es decir, construir con cuidado, con intención, siguiendo reglas, pero sin perder nuestra visión.
Para cerrar, creo de corazón que un mundo donde la naturaleza tenga prioridad sí es posible. Puede sonar idealista, pero creo que sería bueno para todos. En vez de ciudades llenas de concreto y gris, podríamos vivir en armonía con la naturaleza.
La naturaleza es esencial; sin ella, simplemente no podemos vivir. Estoy convencido de que podemos encontrar el equilibrio entre adaptarnos a lo natural y mantener el orden arquitectónico. Al mismo tiempo, también es posible adaptar lo natural a nuestras necesidades, y ya hay construcciones que lo hacen. Edificios que tienen como protagonista lo natural, aunque de manera artificial. Y esa será mi misión como futuro arquitecto: encontrar ese equilibrio para que lo arquitectónico y lo natural convivan en armonía, sin pelear, sino complementándose.
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